jueves, 4 de febrero de 2010

VIOLAR Y MATAR NO ES NADA MALO (ni bueno) II por Alejandro José P.E

Voy a empezar a poner ejemplos y aquí viene lo interesante del texto. Todo lo que habéis leído hasta ahora es pura mierda. Cuando pensé en escribir esta entrada, pensé en los ejemplos. Aunque este se me acaba de ocurrir. Si un padre le compra una muñeca a su hija para hacerla feliz ¿es una buena acción? Bueno, es su padre. Casi es una obligación. Y es un bien que se ha hecho a sí mismo. Es su hija, su descendencia. La supervivencia de su memoria. Podría habérsela comprado a la niña más pobre del barrio también… el desinterés debería ser un requisito para hacer el bien. Si no, se trata de un intercambio. Cómo cuando una empresa regala su producto a cambio de publicidad. Está entregando un bien, a cambio de otro bien. Intercambio de bienes. Eso es comercio. El comercio puede fomentar lo deseable. Pero no se hace con el objetivo de fomentar lo deseable en los demás, pero sí lo deseable para uno. Bueno, podría aceptar que se trata de un bien para uno mismo. Pero, ¿y si el padre ha comprado una muñeca fabricada por una niña a la que le obligaban a trabajar a base de hostias? El padre está fomentando desgracias en aquella niña… Sin embargo, él no lo sabía. No tiene la culpa de la situación económica mundial. Sólo es un pequeño actor. ¿Y si lo sabía? Todos, o muchos, hemos oído noticias sobre cómo se fabrican las cosas que son muy baratas (incluso las caras). Él lo ha oído por las noticias, incluso ha tenido una charla con algún amigo. No le parece bien. Pero, no tiene dinero para comprarle una muñeca más cara y fabricada con garantías (supuestas garantías). La compra, aunque se siente un poco mal.

Pobre hombre. Para que su hija pueda ser feliz, otros niños tienen que sufrir. Qué mundo más maravilloso, Louis. Este padre está haciendo el bien a los de su entorno. Y, además, causando desgracia a gente que no conoce. ¿O sí los conoce? Tiene un amigo que fabrica muñecas, sin embargo, él compra las más baratas. Así que su amigo pierde el trabajo porque la gente no compra las muñecas de su fábrica. El padre, a quien no le importa el sufrimiento de aquellos que no conoce, cosa que podemos entender, que no justificar, se siente mal por su amigo. Así que decide no comprar esa muñeca a su hija, compra las muñecas con garantías, es decir, las muñecas que produce su amigo. Y entonces, aquella pobre niña desgraciada a la que dan de hostias para que trabaje más, pierde su trabajo ya que la gente ha dejado de comprar muñecas baratas fabricadas por niños torturados. Así que la obligan a prostituirse. El padre, que quería dejar de fomentar desgracias a niños esclavos y, sobre todo, fomentar el comercio local para que su amigo tuviera trabajo, no ha conseguido ninguna de las dos cosas. La niña ahora es puta. Y su amigo no ha recuperado el trabajo, porque su fábrica la han deslocalizado y transportado a un país donde esclavizan a más niños, así que él también acaba prostituyéndose. Aunque a su amigo sí le gusta prostituirse. Y ha encontrado un nuevo rumbo en su vida gracias a la prostitución homosexual. Su vida es mejor que cuando estaba en la fábrica. Pero eso es otro tema.

Volviendo a la seriedad, ninguna de las repercusiones importa, pues al padre no le interesa el bien del planeta, como a todos nosotros. Pero no he escrito todo esto para demostrar que somos todos unos hijos de puta, y el que no se lo considere es un hipócrita. Eso está claro. El quid de la cuestión es que a veces resulta imposible hacer el bien. Por no decir que es prácticamente imposible realizar una acción que fomente lo deseable para todas personas. Nunca llueve a gusto de todos (vaya, tanto texto, y al final la frase más típica lo resume). Incluso a veces, es muy difícil evitar acciones que no traigan desgracias a los demás. Y viceversa. Aunque intentáramos joder a todo el mundo, alguien saldría beneficiado. Puede ser frustrante ser el malo de la película. Hay una línea muy delgada entre los conceptos del bien y el mal. Es muy fácil decir que no te gusta robar cuando tienes un plato de comida caliente en casa desde que eres un niño. Pero cuando tienes hambre y nadie te alimenta, entonces robar pasa de ser un mal hábito a una necesidad. ¡Para, para, para un momento! ¿Pero qué coño estoy diciendo? ¿Es que me voy a poner a contar un rollo sobre mi moral precisamente en un artículo sobre el Bien y el Mal? ¡Eso es! Mi moral… o sea, la moral (Gracias Woodie, por tu egocentrismo contagioso).

Había olvidado mencionarla. Tenemos la moral, nuestra moral. Es aquella lista interiorizada sobre lo que está bien y está mal. Partimos de una base aprendida. Absorbemos la moral de la sociedad, de nuestros padres. Todos esos valores que resultan insostenibles provenientes de cualquier acción, cualquier humano. Sólo con nuestra existencia, sólo por nacer, ya estamos provocando desgracias al resto de seres vivos y destruyendo nuestro planeta (o por lo menos, llenándolo de basura). La mejor persona es una persona muerta, porque es imposible hacer el Bien. Pero creemos que existe. Y poco a poco, personalizamos esos valores, y tenemos nuestra propia moral. Que puede ser muy distinta de alguien que viva en otra cultura, o en el cuarto de al lado. Y justo cuando tenemos nuestra moral de barrio bien perfilada, te ves a ti mismo haciendo algo que pensaste que jamás harías. Y vuelves a cambiar de valores. Hasta que te das cuenta que podrías cambiar todos. Y podrías seguir sintiéndote bien contigo mismo. Por que ninguno de esos valores aprendidos es el definitivo. Ninguno de ellos es sagrado. Por que Dios no existe. No hay cielo e infierno. No se trata de ciencia. Es que nadie podría ir al Cielo o al infierno. Todos serían inocentes y culpables. Aquellos a quienes convirtieron cruel y despiadadamente en víctimas, pasan a ser verdugos. Y los verdugos, no obtienen la misericordia cuando acaban siendo las víctimas( de otro modo, no lo serían). En realidad, todos son víctimas. Del mundo natural. Por eso, no existe el Bien y el Mal (buf, me ha costado decirlo). Son valores egoístas, absurdos, imposibles e inexistentes.


Ahora, es ahora, cuando volvemos a lo de los perros, el instinto y la cultura. Los animales, esos seres cuyo comportamiento nos empeñamos en diferenciar del nuestro, distinguen lo que les conviene y lo que no les conviene (sobre lo que conocen, y lo que puedan conocer, si es que pueden conocer). Por ejemplo, para concretar y no meterme goles en propia meta, un perro sabe si le apetece comer un pastel, o tirarse a la perra del parque. No se pregunta si está bien follarse a la caniche de la vecina, si la perrita le dará su permiso o lo que puedan decir de él. Porque es lo que quiere hacer, en ese momento. Lo hace por instinto (a menos que obtenga un estímulo negativo repetidamente por parte de su dueño; palizón). Nosotros tenemos nuestra cultura. Nuestro lenguaje. Somos capaces de entender algo sin que nos den azucarillos. Tenemos nuestros valores, inventados antes por otros, y reinventados por nosotros, para alejarnos del deseo instintivo y conseguir el objetivo a largo plazo. La supervivencia. Podemos desear a una chica de 15 años, pero si la violamos, le crearemos un trauma que podría impedirle mantener relaciones sexuales en un futuro, y de este modo, impedir que tenga descendencia (que nadie piense que no es capaz ser influyente). E incluso si la matamos, después de violarla claro, ya hemos atentando decididamente contra la vida humana. Y eso no es conveniente para nuestra supervivencia. No fomentamos lo deseable hacia las otras personas. Y por eso, no está bien. Pero, en realidad el Bien no existe. Nos lo hemos inventado para sobrevivir. Pero es imposible, como nuestra supervivencia. Nada está bien o está mal. Sólo existe lo que nos conviene, y lo que no nos conviene. Y lo inconveniente, lo que ahora nos resulta inaceptable, el Mal, será conveniente cuando lo necesitemos.

Por eso niños, no está mal violar y matar a una menor, si no nos importa en absoluto la vida humana. Si no podemos empatizar con su sufrimiento, no estamos haciendo nada malo. Es incorrecto decir que un psicópata no diferencia el Bien del Mal. A nadie le importa si se dedica a torturar las ratas de su casa. Nos importa que nos ataque a nosotros (o a cualquier ser u objeto que protejamos). El problema de un psicópata es no saber discernir lo que es deseable para su entorno humano de lo que no lo es. Sólo es un niño incapaz de aprender la tabla del 1, castigado en la esquina, separado del resto de la clase, y más cerca del instinto que todos fueron dejando atrás. Supongo que el problema de un psicópata será más complejo. No tengo un conocimiento suficiente para hablar de estos temas psicológicos. Pero sí tengo el conocimiento (o el atrevimiento) de poder elaborar mis propias estructuras ideológicas. Acertadas o erróneas. Puedo reírme a carcajadas cuando se muera un bebé a mis pies o patearlo como un insecto, si el resto de la gente ignora el sufrimiento de un viejo mendigo agonizando en la calle. Quizá no tenga moral, pero es que la moral de los demás es absurda (egoísta, imposible e inexistente).

¿Qué ha querido decir todo esto? Que somos libres para rechazar nuestra cultura, hasta donde nuestro límite instintivo y natural nos permita. Nuestra realidad no marca las diferencias entre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto. La verdad no prevalece sobre el engaño. No hay ningún comportamiento censurable por el universo. ¿Significa eso que podemos hacer lo que queramos? ¿Significa que podemos robar, humillar, torturar y matar a quien nos plazca, y rechazar la empatía y solidaridad porque son comportamientos antinaturales? Sí y No. Podemos hacer lo que nos apetezca. Podemos volver al instinto, sin tener que afrontar ningún tipo de juicio divino o interior. Tan sólo cabe la posibilidad de ser enjuiciado por nuestro entorno humano (si os parece poco). Podemos ser como el resto de los animales, o podemos decidir definitivamente ser distintos. Trascender la ley del más fuerte del mundo natural, y colmar a la humanidad de aquello que llamamos humanidad. Un sentimiento de verdadero amor hacia el hombre. Sobrevivir, sí, pero sobrevivir con dignidad. Salvar algo que merezca la pena ser salvado. Disculpad… Mi moral, mi Bien y mi Mal están ahora presentes, aunque reniegue de ellos, aunque los ignore y los oculte en las profundidades de mi pensamiento, siguen ahí. Todavía no soy libre.

4 comentarios:

Ciudadano Terrorista Suicida dijo...

SHIIIIIIIIIIIIIIIT!!!!!

L. dijo...

Es genial!! Alejandro eres un puto genio!!! De verdad! Me encanta tu lógica de deconstrucción... Y tu estilo es excelente, me haces reír y me haces pensar!! Gracias!

Ciudadano Terrorista Suicida dijo...

Ayyyy Lea....eres demasiado buena conmigo...vuelve a la serie... o aparece en un capítulo especial..

L. dijo...

No quieres hacer unos capitulos de la serie en Mexico? no dije esas cosas porque soy buena sino porque las pienso, y siempre lo he pensado... ERES UN PUTO GENIO!